Para el cristianismo, se marca un gran desarrollo y una progresiva consolidación del sistema de creencias común en los años que median entre la muerte de san Pedro y san Pablo y la primera convocatoria del primer concilio ecuménico.

La ortodoxia no existió hasta que el cristianismo no se convierte en una religión de estado y se ponen en marcha los mecanismos para determinar de modo consensuado la teología común. Los grupos de judeocristianos mantuvieron diferencias incluso sobre la cualidad divina de Jesucristo y entre los cristianos no judíos las influencias filosóficas griegas o el gnosticismo fueron diseñando cristianismos muy diversos cuya aceptación o rechazo posterior doto o no de carta de naturaleza.

Desde la época mas antigua la figura de Jesucristo, desjudaizada por los cristianos helenistas seguidores de la interpretación paulina, resulto excesivamente diversa en su definición como divinidad redentora y salvadora de la humanidad al Dios veterotestamentario, en muchas ocasiones violento y arbitrario.

En esta época además de establecerse el corpus de textos sagrados, también comenzó a consolidarse la estructura eclesiástica. En la época mas antigua no debió existir ninguna traba en las comunidades paulinas para cualquier miembro, si se sentía llamado a ello predicase y dirigiese las ceremonias religiosas. En las comunidades judeocristianas, la primera etapa tuvo una gran influencia de las figuras de Santiago, san Pedro y san Juan, pero en ninguno de los casos estos personajes especiales actuaron como sacerdotes.

Luego de un tiempo, surgen una serie de denominaciones para personajes especiales dotaos de carisma y destacan en relación con las labores misioneras tres: Los apóstoles, los profetas y los doctores. Después, y con la necesidad de institucionalizar los órganos de toma de decisiones, se consolida un cargo fundamental en la historia posterior: El episcopado.

Este era elegido por la comunidad y originalmente adscrito a tareas de índole económica, el obispo fue aumentando sus competencias de supervisión hasta que termino convirtiéndose en el vértice de una estructura piramidal. El obispo también se convertirá en las ciudades romanas en un personaje poderoso capaz de aglutinar a grupos amplios de población, pero a la par, se propiciaron rivalidades entre obispos que se materializaron en discusiones teológicas que fueron estableciendo progresivamente la doctrina cristiana por medio del exclusión.

La historia de los tres primeros siglos del cristianismo es la de la expansión continuada. A partir dela predicación paulina, se van consolidando los núcleos de Jerusalén, Alejandría, Antioquia, Efeso y Tesalónica. En esta primera etapa será importante el grupo de cristianos en Roma, pues marca el arranque de la penetración en la parte occidental del imperio romano.

El mensaje de salvación, el igualitarismo religioso, la apertura a los grupos desfavorecidos y marginales, las redes de auto ayuda fueron consolidando al cristianismo como un movimiento religioso bien estructurado aunque poco numeroso.

El emperador Constantino tomo una decisión parecida en sus consecuencias a la que había tomado Ashoka respecto del budismo mas de medio milenio antes, modifico radicalmente la posición del cristianismo en el seno del mundo romano, las razones de Constantino debieron de ser mas complejas que la mera conversión tras una visión que le prometió la victoria en nombre del Dios de los cristianos.

A partir de ese momento, la política del emperador fue pro-cristiana, dotando a las iglesias y los obispos incluso de poderes de índole no religiosa.

El emperador era el único como Dios de los cristianos, su poder no podrá tener sombra puesto que la legitimidad se la otorga el nuevo Dios, superior en prerrogativas a todos los ahora pequeños dioses del paganismo.

Constantino fue bautizado en el lecho de muerte, creó una figura nueva, la del monarca cristiano, defensor de la fe y cuyos actos legitima la voluntad divina. Al convertir al cristianismo en religión personal consolido definitivamente suposición aunque a la par, al potenciar su institucionalización, provocó su transformación en una religión eclesiástica sustentadora del poder establecido.

El cristianismo es la segunda religión del libro, y como el judaísmo otorga una gran importancia a la tradición escrita que se recoge en la Biblia. A pesar de la homonimia, a recopilación cristiana presenta diferencias con la judía, incluye un bloque específicamente cristiano y mantiene ciertos libros del antiguo testamento que los judíos rechazaron como apócrifos. Como también ocurrió en la Biblia judía, el canon de los escritos exclusivamente cristianos tardo en consolidarse y lo hizo como respuesta a la proliferación de escritos pseudo epigráficos de raíz gnóstica que modificaba sustancialmente el mensaje mas antiguo.

A finales del siglo II, sin existir un canon neotestamentario único, si parece que había un consenso general sobre el valor de la mayoría de los libros luego consolidados.

Después de un tiempo fueron quedando excluidos como apócrifos una buena cantidad de escritos y evangelios, que aunque nunca parecen ser tan antiguos como los consolidados como canónicos no por ello resultan menos interesante.

Es muy interesante recalcar que la narración de la vida y la predicación de Jesús se transmitió por vía oral hasta que a partir del año 70 comenzó a plasmarse en una serie de narraciones, denominadas “evangelios”, que nunca se consolidaron en una versión única, aunque tres de ellos, Mateo, Marcos y Lucas son muy parecidos.

El cuarto evangelio, cuya autoría la tradición hace recaer en san Juan, es en torno 20 años mas reciente. La explicación mas probable de la diversidad de evangelios es que fueron recopilados para satisfacer sensibilidades diferentes.

El Mateo se adecuaba mas al ambiente judeocristiano de Palestina, mientras que los Marcos o Juan estaban dirigidos a los grupos de cristianos helenistas que insisten mas en la divinidad de Jesucristo.

La cantidad de problemas teológicos que durante el siglo II ya había enfrentado a gnósticos y antignósticos se manifestaron de modo mas claro a la par que aumentaba el poder de los obispos. El desarrollo de las comunidades multiplico cu numero y surgió la necesidad de realizar reuniones para coordinar la acción a nivel regional, surgiendo así los concilios y sínodos provinciales, órganos de consenso delas decisiones comunes.

Con el completo control por parte de Constantino de Imperio romano y la consolidación de la conversión del cristianismo en una religión de poder, los obispos aumentaron sus prerrogativas pasando a formar parte de la elite rectora de las ciudades en las que vivían.

Las rivalidades y particularidades territoriales o los descontentos sociales tenían un cauce de expansión en la adscripción a un grupo de defensores de una determinada doctrina. De ahí que se fuese consolidando un dogma cada vez mas puntilloso que servia para excluir, deslegitimar o desposeer a los heréticos y cismáticos.

Las disputas doctrinales sobre la naturaleza de Jesucristo, la posición teológica de su madre y la configuración de la trinidad prosiguieron a la par que se siguieron convocando concilios.
El sistema conciliar se mostró eficaz a la hora de consensuar las decisiones y de encauzar la ortodoxia aunque tendió a potenciar una estructura piramidal en la que la configuración de la doctrina escapaba completamente al común de los fieles, que se encontraban abocados a aceptar como dogmas de fe los resultados de votaciones episcopales, en algunos casos muy reñidas, y que complicaban el mensaje evangélico al determinar cual era la interpretación ortodoxa y cual la herética posible.